El diamante es una de las gemas más raras de la naturaleza. Su composición química es muy simple: es carbono, igual que el grafito de los lápices, pero con una estructura molecular muy diferente que resulta, entre otras cosas, en un punto de fusión de 6900 grados Fahrenheit, dos veces y media el del acero. Hace miles de millones de años, las fuerzas elementales del calor y la presión transformaron el carbono en diamante. La masa volcánica en la que se produjo esta cristalización ascendió y atravesó la corteza terrestre, enfriándose en respiraderos de kimberlita. Y es en estos respiraderos de kimberlita donde aún se encuentran diamantes en bruto.
Actualmente, el mercado europeo más importante para el comercio de diamantes tallados es Amberes, en Bélgica, con tres bolsas de diamantes y miles de operadores de todo el mundo. Estas no son bolsas de valores en el sentido tradicional (no hay cotizaciones de diamantes en tiempo real), sino lugares físicos donde convergen la oferta y la demanda, y donde se encuentran los principales procesadores de diamantes en bruto, los Sightholders. La llegada de internet y el nacimiento de empresas como 18carati, que venden diamantes en línea, han contribuido a reducir la importancia de las bolsas físicas para el comercio de diamantes.
Amberes alberga el IGI (Instituto Gemológico Internacional) y el HRD (Hoge Raad voor Diamant), los dos institutos europeos más prestigiosos en certificación de diamantes. Incluso GIA, la prestigiosa certificadora estadounidense, ha abierto recientemente una oficina operativa en Amberes.